Tango, fútbol y latas de pintura. Se podría resumir así el barrio de la Boca, pero realmente sus paredes de colores tienen mucho que contar.De cuando los immigrantes, mayoritariamente italianos y mayoritariamente marineros, llegaron a través del río hasta allí.
Ellos construyeron las casitas improvisadas de madera y chapa acanalada y las pintaron de colores vivos con los barnices marinos que empezaron a traficarse entonces. Como todo lo pintoresco, bello y original, el barrio acabó convirtiéndose en una atracción turística y eso le ha robado parte de su encanto ... en fin, ya se sabe que esto pasa.
El colectivo nos dejó delante del histórico estadio del Boca Juniors, donde jugó Maradona. Los turistas gringos compraban como locos camisetas y otro merchandising del equipo mientras sus esposas se sacaban fotos con una llama o con un apuesto bailarín de tango. El hermoso y soleado día que hizo el sábado dio aun más colorido a las casitas de chapa, con sus carteles fileteados, pero provocaba a su vez que el Riachuelo terriblemente apestoso del barrio soltara más vapores, inundando las calles con su hedor. Cuando nuestra nariz se acostumbró al olor, nos comimos un choripán acompañado de cerveza en un kioskito de la zona. Y así pasó la tarde de sábado, hasta que tomamos de nuevo el colectivo, rumbo a otro lugar donde todavía diera el sol.
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