El viaje empezó ya un poco accidentado, pues me marché echa pañuelos no sólo por el drama de la despedida, sinó por el resfriado ejemplar que llevaba puesto.
Por culpa de Spanair perdí la conexión en Madrid con Buenos Aires y acabé volando dos horas más tarde con AirEuropa.
El El vuelo no fué tan pesado. Los asientos disponen de mantitas y almohadas y de televisores personalizados. Miré dos películas y un documental sobre Egipto. Me dieron una cena horrible y desayuno pasable.
Llegué a Buenos Aires a las 10 de la mañana hora local, y con 1º centígrado de temperatura.
Me perdieron la maleta con tan mala suerte que mi ropa de invierno estaba allí y no me atrevía a salir del aeropuerto.
Para paliar el disgusto y el desconcierto decidí premiarme con este desayuno, que me cobraron a precio europeo, y eso fué lo que me animó a salir del aeropuerto y enfrentarme a la gran ciudad.
Me dijo la couchsurfer que me iba alojar que tomara el bus numero 86. En la parada un chico me vió tan desconcertada que se ofreció a ayudarme. Pronto me di cuenta que probablemente no habría llegado a mi destino sin su ayuda.
Me recibió en el barrio de Villa del Parque Luciana, una chica encantadora, que me ofreció una camita confortable y una noche de fiesta.
A partir de ahora empieza el caos de buscar apartamento, intentar recuperar mi maleta, comprar ropa de invierno si no quiero morir de frio, arreglar mi documentación e ir a la universidad, todo eso sobreviviendo a la nostalgia terrible que me invade y al resfriado que me obstruye.
Seguiré publicando noticias.
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